Sin duda, los caleños están asumiendo la dimensión real del proyecto y el cambio que está produciendo en su ciudad. Ahora es necesario afianzar el sentido de pertenencia, demostrado en la gran acogida que ha tenido la campaña El Guardián del MÍO, promovida por El País para que los caleños denuncien las infracciones y los actos de vandalismo cometidos contra el sistema, sus obras y sus vehículos.
Pero está claro que el primer paso que se requiere para que aquello de la cultura ciudadana y el civismo deje de ser una añoranza y vuelva a ser parte de la cotidianidad de quienes viven en la capital del Valle es que cada usuario del sistema de transporte masivo se sienta responsable del cuidado de las 33 estaciones que se han habilitado hasta ahora y de los 54 articulados y 49 alimentadores que ruedan por las calles de la urbe. Con ello y superando los problemas técnicos que amenazan con frenar el despegue económico del proyecto, se podrá asegurar que el MÍO ya es la realidad que todos los caleños añoraban.
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